viernes, 6 de septiembre de 2019

SER GAY EN LA CIUDAD - ¿NUNCA APRENDIMOS?


Cuando a mis dieciséis años, allá en el año 2003, comencé a explorar ese vasto mundo virtual de las salas de chat habitadas por hombres anónimos y donde conocería a quien fuera mi primer novio dos años después gracias a una de esas salas de chat, en el tiempo en que conocer a alguien de manera virtual y considerarlo como algo serio era impensable y que por eso ocultaba la verdadera forma en que lo había conocido a él, sintiendo que el origen virtual de una relación valía menos a comparación de una relación “away from the keyboard” (lejos del teclado), nunca llegué a predecir, siendo uno de los primeros de esa generación virtual, que hoy esas relaciones serían la norma. Que las historias de amor ya no volverían a empezar como “Nos conocimos en un café” sino “Nos conocimos a través de un café internet” y “Nos conocimos en Grindr” o “Luego de hacer match en Tinder hablamos por Whatsapp”. Romanticismo posmoderno.

Lo que una vez consideré ridículo o de menor valor, es hoy la forma principal en que conocemos e interactuamos con otros hombres. Atrás quedaron las salas de chat, el anonimato por la ausencia de tecnología disponible, el contestador de llamadas del teléfono fijo, hasta los computadores personales fueron reemplazados por el súper poderoso y siempre en evolución celular inteligente, que terminó volviéndonos torpes en la esfera de nuestras relaciones sociales e íntimas.

Como tampoco pude predecir en el impacto de la virtualidad en el mundo gay, tampoco pude advertir la forma en que el mundo virtual complejizaría las formas de interactuar entre homosexuales. Hoy, quince años después de mi salida del closet, el caleidoscopio de lo que valoramos en nuestro mundo ha girado nuevamente, y todo se ve distinto, la forma en que apreciamos algo ya no es igual a como lo hacíamos ayer. Seguramente lo mismo me diría un hombre gay de 60 años respecto a cómo vivimos hoy en comparación a como se vivía en su juventud el ser homosexual, así como los medios o canales para conocerse entre sí han cambiado drásticamente.

Nuestro mundo se ha transformado tanto, que hoy es más arriesgado, por no decir que raro o acosador, decirle a alguien “Hola” en la calle, en cualquier lugar de homosocialización o sitio público que tener a otro hombre en la cama, aunque siendo honestos, eso también es más difícil en la actualidad, aplica para los que no somos modelos de Instagram. Y aunque esto es algo que he manifestado por conocimiento de causa durante mi última década de existencia, lo reafirmé recientemente, cuando alguien después de haberme ignorado en una red social, terminó hablándome y algo más, en uno de tantos lugares a los que los homosexuales también les hemos cambiado el significado y sus formas de uso.

En nuestro intento por darle forma a nuestro mundo, no puedo evitar preguntarme ¿No aprendimos la lección básica de cómo interactuar con otros hombres? ¿No se suponía que al tener dentro de nosotros el gusto por alguien de nuestro mismo sexo, vendría incluido el manual y las herramientas para saber interactuar con aquellos que comparten nuestra orientación sexual?

Desde las fobias y prejuicios por origen étnico o geográfico, las limitantes que ponemos por razón de edad, nociones antropométricas, la segregación de clases sociales y estratos socioeconómicos, envasadas en un recipiente que denominamos “preferencias” y del que tomamos un sorbo todos los días en las redes sociales y aplicaciones que tenemos a nuestra disposición para conocer a otros gays, me imagino cómo sería la vida si actuáramos en ella como lo hacemos en el mundo virtual.

Con el tiempo he venido aceptando mis limitaciones en lo que como gay me he convertido. Soy introvertido, mis planes de ocio han cambiado drásticamente, así como mi círculo de amigos el cual es eminentemente heterosexual, la duración de mis “relaciones” con otros hombres se ha disminuido y casi que automatizado vertiginosamente, pues decir “hola” y “hasta nunca” puede ocurrir en menos de un minuto. Con ello también dejé de sufrir por un hombre, dejé de llorar por un hombre, dejé de esperar a un hombre y por eso ya no me dejan plantado como en mi adolescencia,  hasta he aprendido a articular verbalmente mi descontento con todo lo que no me gusta de los tipos, al punto de que cualquiera podría cuestionarme el por qué sigo siendo gay, pero ya dije alguna vez que si todos los problemas se solucionaran con cambiar la orientación sexual todo sería más fácil, pero no es así. Lo sé, insisto en ser un prospecto muy aburridor a todo el que se me acerque. Y lo peor es que aún no he resuelto cómo llevarme mejor con mi propia especie, cómo convivir pacíficamente sin rencores duraderos, cómo hacer aquellos encuentros en la calle sucesos más agradables y que no se me note en la mirada mi fastidio por aquellos personajes que la vida accidentalmente me ha presentado en cada nuevo lugar que habito y que por distintas razones de las que probablemente yo tengo gran parte de la culpa, dejaron de compartir conmigo la existencia.   

Irónicamente teniendo una profesión inclinada hacia las personas, soy un torpe en el trato hacia los hombres, y más hacia los hombres que me gustan. He venido aceptando que debido a mis incapacidades en el trato humano me he visto obligado a utilizar la tecnología a mi favor, lo que me permitió conocer a otros hombres como yo, incluidos los protagonistas de mis únicas dos relaciones sentimentales, múltiples compañeros sexuales, decepciones afectivas, y configurar los aprendizajes que hoy me permiten hablar con cierta autoridad de mi orientación sexual y de quienes la comparten conmigo, así sea para hablar de lo decepcionante que resulta  o puede llegar a ser el mundo oscuro que está ligado a nuestra identidad, del que pocos quieren hablar, que no es políticamente correcto y mucho menos popular, ni llamativo.

En retrospectiva, recuerdo a quienes siendo mis compañeros en el colegio, que hoy sé que son homosexuales y me pregunto ¿por qué nunca fuimos amigos? de hecho, me pregunto ¿por qué fuimos enemigos? ¿Estaba muy ensimismado para reconocer más allá de las apariencias la verdadera esencia de aquellos seres en su fase adolescente y me era imposible encontrar las similitudes y más fácil enfatizar nuestras diferencias? O ellos también estaban en la misma situación, que mientras ocultaban una parte de su ser, privilegiaban otros rasgos que los acercaban a otro tipo de personas, finalmente a otro tipo de hombres. Hoy quisiera preguntarles muchas cosas, y a la vez pienso que no tiene caso, pues cada uno ha llevado su vida como mejor puede, como mejor le parece, o como le ha tocado.

Siento que a mis treinta y un años de vida, aún me queda mucho aprender en lo que al trato con otros hombres respecta. Y no sé si sea muy tarde para reaprender, pues la verdad es que amigos gays ya no tengo. De ser alguna vez el primer gay de mi grupo de amigos en salir del closet, me he vuelto el gay de elección entre mis amigos heterosexuales. Y quiero seguir pensando así, pues el hecho de pensar en interactuar con los otros gays que conocen mis amigos y amigas heterosexuales, sólo me genera ansiedad ¿Por qué? No lo sé. Lo mismo sucede con los gays que hoy en día se relacionan con personas de mi familia. El escenario de estar todos en un mismo lugar me parecería extraño e incómodo ¿Soy al único que le pasa eso? Supongo que pondría una cara amable y haría un algún tipo de conversación cualquiera en ese momento, pero finalmente no estoy seguro de qué tan fructífero o significativo sería. A veces me pregunto cómo he logrado tener amigos a lo largo de mi vida.

Tal vez, simplemente, debería aceptar que no todos los gays somos iguales y que por lo tanto no todos tenemos qué ser amigos, llevarnos bien, quitarnos un sombrero imaginario y hacer una venia en la calle. Así, de paso, contribuir un poco a eliminar esa ocurrencia de nuestros muy bien intencionados amigos heterosexuales, que unir a sus dos amigos gays en pareja es una excelente idea. Y por eso, como no me dejo ayudar, la foto imaginaria del paseo imaginario con mis amigos gays imaginarios todavía no sucede, pero sigo a la expectativa de que ocurra en esta década o la siguiente.

viernes, 14 de diciembre de 2012

UN PRESENTE CON SABOR A PASADO.


Hoy me levanté pensando en mi presente, lo que me rodea en mi vida sentimental, y tengo una sensación de calma. Aunque no parezca por lo que relataré más adelante. No doy nada por sentado, precisamente por saber lo que he vivido en el pasado con los tipos, y siento que mi presente es relativamente mejor que mi pasado. Es que yo siempre he sido de los que me rijo por un mantra: “Siempre en evolución, siempre ascendente”.

Pero no siempre fue así. Estando arriba, también nos podemos ir abajo, y de vez en cuando, la vida nos manda un choque de realidad, recordándonos que allá afuera, aún hay situaciones y siguen habiendo tipos que son, literalmente, una mierda. 

Perdonen la expresión, sé que nunca he escrito semejante palabra en mis columnas, pero debido a un evento reciente, recordé lo duro, lo complejo, lo insatisfactorio, y lo decepcionante que puede llegar a ser el conocer a alguien, y tal vez esa es la única palabra entre mi repertorio de groserías para describir la situación y al personaje a continuación. 

Durante varios años, tuve citas con hombres de mi ciudad, la pequeña Bucaramanga, y todas fueron siempre un fracaso, excepto una, la que terminó convirtiéndose en mi primera pareja a finales del 2005. Pero fue después de él, que las personas que conocí, cada vez, resultaron peores. En esta ocasión, no fue nada distinto. 

Y todos esos años, tuve amigos que estuvieron ahí, presenciaron mis fracasos, mi frustración y desesperación porque nada salía bien en mi vida romántica, mis pensamientos sin final respecto a lo que quería vivir, y los repasos constantes de todo lo que salía mal. 

Lo peor de todo fue creer durante esos años, que yo era lo peor, que yo era el problema, que no valía la pena. Además, después de tantas personas que uno conoce, con el mismo resultado negativo, uno termina creyendo que es uno el que está fallado, y que por eso, uno nunca podría ser feliz con otro hombre. 

Esos años transcurrieron hasta que de un momento a otro, empecé a conocer a hombres especiales que me hicieron ver la otra cara de la moneda en las relaciones entre gays. Y en el proceso, recuperé mi idea de lo mucho que yo valía, de lo especial que soy como hombre, como persona, que cualquiera sería un afortunado por estar conmigo. Estos hombres siempre me parecieron de otro planeta, pero no, eran reales, y pude ver, gracias a ellos, que no necesitaba volver a cometer los mismos errores del pasado, porque ya me sentía en otro nivel en todo sentido, mental, emocional, físico, social, etc. 

Por más de dos años, me sentí cómodo, sentí que lo tenía todo bajo control, que tenía “poder” suficiente para tener a quien quisiera, sin mendigar las migajas emocionales de los perdedores de esta ciudad. Pero me equivoqué. Definitivamente, estar cómodo por mucho tiempo, le hace perder a uno la percepción de lo que sigue existiendo allá afuera, que es difícil, que los tipos son un complique, que son tacaños, que son malos amantes, que son perros, que son mañosos, que no se puede confiar en ellos. 

Debo aceptar, que ya no tengo remedio, no confío en los hombres, es algo que asumo, y que no necesito de un psicólogo para que arregle ese problema, vivo bien así, de hecho la duda me permite ver lo que antes no podía ver por ser ingenuo o novato, me permite estar despierto y encender las alarmas cuando siento que algo no anda bien con alguien que conozco. Me mete en problemas, pero me saca a tiempo, no permitiendo que ningún tipo me afecte demasiado. Y es lo que a veces me sorprende de mí, que ningún tipo, jamás, ha podido joderme la vida como para perderme y terminar como tantos que vemos todos los días, que escuchamos sus historias, y de los que sentimos pena ajena, no nos digamos mentiras. 

Esa desconfianza me llevó a esquivar de mejor manera a los solteros tóxicos, aunque de vez en cuando se coló uno que otro. Es que de la misma forma que uno puede conocer hombres que están cada vez mejor, también se pueden conocer hombres, que cada vez son de lo peor. 

También soy consciente de que a mayor precisión en bloquear los intentos para que un desconocido pueda conocerlo a uno, ellos terminan con la impresión de que uno es “muy exigente”. 
Repito, no confío en los hombres, y además, prefiero mil veces pasar por maldito, a que por ser permisivo con todo el mundo, dejar que un verdadero maldito me arruine con sus problemas de drogas, exceso de consumo de alcohol, que su gusto por el reggaetón y el vallenato destruyan mis neuronas por exposición a esos ruidos, o que tenga qué lidiar con los complejos de un tipo con personalidad incompleta que está en el closet y sufre de constantes delirios de persecución, o meterme con un tipo que dice ser muy macho, pero que cuando llega la hora de tener sexo, se acuesta como vaca muerta y no se mueve hasta que se viene. No gracias, he tratado de evitar todos estos personajes por años, y lo seguiré haciendo. 

Si, ya lo sé, no todos son iguales. Si, también lo sé, los humanos no son cosas, no podemos generalizar. Ah, y también sé que no siempre se puede ser tan radical. Pero como digo; rechazando, rechazando, rechazando sapos asquerosos, se encuentra más rápido al príncipe, o al menos…a alguien decente. 

En mi ciudad, es imposible ser uno mismo con los tipos. La mayoría vienen implantados con un chip, que los hace hipersensibles a “mucha personalidad”, tienen un umbral de personalidad muy bajo y cualquier cosa los fastidia. Y no se puede ser uno mismo, porque los tipos no son lo suficientemente maduros para ir más allá de primeras impresiones. Porque si algo hacemos los gays cuando conocemos a alguien, es sistematizarlo rápidamente en categorías mentales que no percibimos, y creemos que en pocos segundos, en pocos minutos, tan sólo en una primera cita podemos descifrar al personaje que tenemos en frente. Qué grave error. Y es por eso que dije, que no siempre se puede ser siempre tan radical, créanme, yo he aprendido la lección. 

De hecho, si algo debo aceptar en mi vida, y no tengo problema en contarles a ustedes, es que el rechazo ha sido una constante en mi vida. Desde el principio de mi proceso saliendo del closet, a mis años en el colegio, hasta con los tipos que me han interesado alguna vez en la vida. A veces pienso que por ese constante rechazo, mis barreras con la gente son más altas de lo normal, barreras que natural y paulatinamente van cayendo conforme se establece el vínculo y la tan delicada confianza. Viviendo el constante rechazo, uno se acostumbra, se vuelve un estilo de vida, y uno puede llegar a aguantar muchas cosas que otros no. Mientras otros se traumatizan, uno se se para, se sacude, cojea, pero sigue. 

En las relaciones, quienes hemos vivido el rechazo, sabemos cuándo aceptar la derrota, pero definitivamente, hay momentos en los que sabemos, que no era momento de ser derrotados y rechazados. Es ahí cuando debemos saber, que posiblemente hemos sido víctima de las excusas de un tipo. Y es que existen expertos para librarse de lo que no les gusta sin decirlo en la cara. 

Creí que ya conocía todas las excusas típicas cuando alguien no quiere estar conmigo, pero hace poco confirmé que no, que me faltaba volver a la realidad y conocer el tipo, que para quitarse a alguien de encima, usa la excusa del ex novio que nunca ha podido superar. Pero claro, la usa sólo después de varios encuentros que incluyen cosas como tragos, cenas, y encuentros sexuales. Y por si acaso, aclaro que esto no fue asunto de una semana, ocurrió a lo largo de un año y terminó por resolverse hace unos días. 

No puedo evitar preguntarme ¿cómo después de todo eso, a un tipo le entra la idea del ex, que le hace imposible hasta tener una amistad con alguien que conoce desde hace tiempo, con quien ha hablado de todo, con quien ha salido, con quien ha compartido hasta su propia cama? No sé ustedes, pero a mí me parece ilógico. 

Mi ex por ejemplo ha sido memorable, pero su recuerdo jamás me ha impedido tener amistades ni siquiera pensar en nuevas posibilidades de una relación de pareja, al contrario, me motiva más a conseguirla. Yo siempre he sido práctico, por eso cuando no le gusto a alguien, prefiero que me lo digan (de hecho hasta incentivo a que lo hagan) lo más rápido posible, así me ahorro tiempo, dinero, y no malgasto mis emociones. 

Pero ver cómo un tipo hace uso de habilidades actorales para inventarse que su ex se murió hace dos años y que sólo hasta ahora eso lo tiene impedido e incapacitado emocionalmente para involucrarse conmigo hasta amigablemente, insulta mi inteligencia. Lo que sucede, es que existe el tipo que quiere aprovecharse de otro, y para luego no ser considerado como la peor porquería, se comporta como una víctima, y busca la lástima del otro para que no hablen mal de él si por casualidad en este pueblo chico otro tiene el infortunio de conocerlo y coincidir con la opinión pésima que se tiene de él y se termine descubriendo la farsa de persona que es. 

La historia de este personaje en cierta forma me dio pesar. Cuando lo confronté, me dijo que la imagen negativa que tenía de él, otros también la compartían. Pero si todos tienen el mismo veredicto, no tiene caso hacerse el niño incomprendido, especialmente cuando se bordean los 30’s.

Lo que me sucedió me hizo pensar en cómo nosotros manejamos nuestros recuerdos y lo que muchos no han podido “superar”. Yo fui uno de ellos, porque durante mucho tiempo fui uno de los patéticos que pensó en volver con su ex aunque jamás me volviera a dar ni siquiera la hora del día. Pero insisto, ese recuerdo jamás me impidió intentar de nuevo, por lo que no acepto que un imbécil me diera cuerda y luego me dijera que le dio un ataque de “exitis” (obsesión con el ex). Insisto en mi teoría, fue todo un show proveniente de alguien con inadvertidos problemas mentales y emocionales y mucha capacidad actoral. 

Todo el asunto fue suficiente para recordarme mi pasado y por eso, sin más insistencia, dejé atrás, una vez más, a los perdedores e incapaces de este pueblo. Espero no volver a caer tan bajo, y espero que a ustedes tampoco les toque, porque lo que nos pasa en razón de otros tipos, es algo que a ellos no los hace sentir mal ni les importa en absoluto. Lo afirmo con conocimiento de causa.


                                   

sábado, 18 de agosto de 2012

RECOMENDACIONES ANTES DE UNA CITA.


A quien quiero engañar… Nunca he sido una autoridad cuando de relaciones sentimentales se trata. Me he dado cuenta, ya que nadie opina al respecto cuando he tratado temas sentimentales en mi columna. Está bien, entiendo el mensaje. 

Acepto que me ha ido mejor con el mercado extranjero que con el mercado local. Es cuestión de saber cuál es nuestro mercado, pero de esto tal vez hablaré en el futuro. Me ha ido más mal que bien con los hombres de mi ciudad. Pero he aprendido bastante de lo malo, y lo he usado para lo bueno con los hombres que realmente valen la pena. Entonces, comparto con ustedes algunas recomendaciones: 

1. Quienes no hemos tenido una muy positiva historia en el mundo de las citas, principalmente es porque no somos radicales en aceptar sólo lo que nos gusta, lo que queremos, o a quien realmente queremos en nuestra vida. Es un acto de egoísmo, pero el egoísmo en la gente gay abunda, así que no perder tiempo, energías, dinero, recursos, motivaciones con gente que no vale la pena es siempre un paso adelante en relaciones más exitosas. (perdonen el tonito de libro de autoayuda en la palabra “exitosas”) 

2. Como sabemos que hay gente que sale por “desparche” (odio esa palabra, pero para que entiendan, es como decir: quien no tiene nada mejor qué hacer) podemos encontrarnos con alguien que no sabe qué decir, qué preguntar. Usualmente son personas acomplejadas por mil cosas, que hacen preguntas tontas como de encuesta y que tienen menos personalidad que una escoba. 

Son estos personajes los que preguntan de repente: ¿Y tú si crees en dios? Y en época de campaña electoral preguntarán: ¿Y por quien vas a votar? Personajes que basan su espiritualidad en la religiosidad o su postura política según el personaje popular de turno. Son los mismos que perfectamente puede apoyar a un candidato en contra de los gays, sólo por el hecho de que creen que en él reside la solución de todos los problemas en el país (y sólo al final se dan cuenta que lo dejó peor que antes). 

Por lo general, estas conversaciones, en las citas especialmente, no son profundas ni estimulantes, sino que siempre me han dejado ver la insipiencia de las personas. Si dado el caso él es ultra conservador y ultra religioso pero usted es ateo y de izquierda, no le dé pena dejarlo claro. Si al otro no le gusta eso, asegúrese de pagar su parte de la cuenta y busque el momento para retirarse con dignidad. Es por eso que se recomienda dejar de un lado estos temas en una cita, aún más si es la primera. 

Si quieren abordar esos temas, háganlo, sólo para darse cuenta que estas personas quieren obligarlos a pensar como ellos. Nunca falta el de las preguntas existencialistas, con ganas de convertirle la religión y la ideología política. No estoy en contra de las conversaciones sinceras y profundas, pero tengo muy claro después de varios intentos, que es mejor esperar un tiempo para abordarlas. 

3. En cambio sí hay preguntas claves que uno debe hacer que ahorrarán mucho tiempo y sobre todo permitirán evitar malos ratos por algo que tal vez no les gusta. 

Preguntas como: ¿fuma? ¿consume drogas? ¿tiene hijos? ¿tiene novio? (todos mienten en esa), o ¿es casado?, ¿Qué fetiches tiene? Ya que puede que no les guste que los esposen, les den látigo, los orinen, les chupen los dedos de los pies, entre tantas otras. ¿Dónde vive? también es clave. Porque una cosa es amor a distancia...otra muy distinta es un amor donde a uno le toca irse temprano porque luego no hay bus o taxi que lo lleve de vuelta a su casa. Con estas preguntas seguramente sabrán lo que se viene más adelante. 

4. Absolutamente nada de niños. Esta recomendación va dirigida hacia personas entre 23 y 30 años. No para mayores de 40 años, porque sabemos que a estas personas les encanta el joven de 23 años para abajo. Habrán excepciones por supuesto. Quienes hemos comenzado a vivir nuestra sexualidad desde temprano, hemos pasado situaciones en donde lo máximo que podemos costearnos es una gaseosa en una banca de parque público, o una caminata por algunos centros comerciales para alimentar el ojo y antojarnos de lo que no podemos tener. 

¿Nada sexy verdad? Y quienes están entre los 23 y 30 años siempre quieren avanzar (en ocasiones hasta trepar y escalar en toda situación), vivir “momentos especiales” en “lugares especiales” y no quisieran pasar por esas situaciones. ¿Que todo el mundo pase y vea a dos tontos sentados teniendo una cita en una silla de parque? ¡No gracias! 
Dejó de ser romántico cuando los parques se empezaron a llenar de emos, ñeros y otras especies “exóticas” que ahora los habitan. No esperen que un niño salga con todo listo y preparado, mucho menos piensen que los van a invitar a ustedes, máximo hará la invitación al plan, pero el que va a terminar pagando por todo será siempre usted. 

5. No gastar ni un solo peso en lugares donde ponga reggaetón, vallenato, rancheras o cumbias, por nada del mundo. Ni siquiera por hacerse el incluyente, el chévere, el mente abierta, o el aventurero. Sigo pensando que según el tipo de música que alguien escucha, se puede saber con qué tipo de persona se está tratando. Pero si a usted le gusta el perreo del reggaetón y las peleas a cuchillo que se arman donde se escucha vallenato o cumbias, bien pueda, si ese es su mundo, nadie lo culpará ni lo juzgará. Simplemente, no espere que alguien distinto de su círculo salga con usted si esos son sus gustos. 

6. La siguiente recomendación la diré en inglés porque así es más chévere: “Don’t play hard to get with a man hard to get”, No juegues a hacerte el difícil con un hombre difícil de conseguir. 
Y seguramente habrá el que se ría de esta recomendación, tal vez lo haga porque cree que puede con todos. Tal vez con todos los de su barrio y su bar más cercano si pueda, pero si no conoce lo que hay más allá de su casa, lo más probable es que no conozca tipos que a uno realmente lo pueden dejar con la boca abierta. 

Por eso, si lo llegan a encontrar, no se las tiren de graciosos con las mismas ridiculeces que utilizan con los tipos corrientes que conocen en los sitios que comúnmente frecuentan. Lo mejor es dejarlo que nos sorprenda, dejarlo que lleve las riendas, y tener siempre la mejor actitud. Tengan la seguridad que lo que vivan con ese tipo de hombres jamás será comparable con lo que vivirán con cualquier otro. 

7. Y debido a recientes incidentes, porque la gente ha cambiado, especialmente por culpa de dos aparaticos que odio, he decidido firmemente que no volveré a salir con alguien que le interese más estar pegado a su blackberry o su Iphone en vez de hablar conmigo. Me enferma ver a seudoautistas que se la pasan haciéndole risitas al blackberry, llorándole, haciéndole malas caras, y deprimiéndose porque lo dejaron botado, lo perdieron, o se lo robaron. Es hora de poner bajo control la tecnología. Tener un gesto dramático para hacerle ver al otro que reemplazar a un ser humano por un celular es un fastidio, nunca está de más. 

Una cosa más al respecto de los celulares o los mensajes en general. Si un tipo es tacaño con las palabras que expresa en un mensaje, como si les cobraran por cada palabra escrita, bótenlo. Quien sabe en qué otras cosas será igual o peor de tacaño. Y nada más güizo que un tipo que manda un mensaje por cobrar porque no se le da la gana de gastar un mensaje o un minuto. Tacañería de la peor calaña, como cuando dicen: “Te timbro para que sepas que te estoy pensando”. Sí señores, eso pasa en la vida real, hay gente tan tacaña y patética. 

8. Aprendan a detectar a los tipos deficiencias de atención, porque así como existen los que le prestan más atención a una panela electrónica, existen los que un día nos saludan, muy interesados nos hablan, dicen “hablamos otro día”, pero pasan los días y uno los ve ahí, pero nunca vuelven a hablar. Personas con ese síndrome que ven un día una cara y al otro la olvidan, son personas a las que no vale la pena prestarles atención, especialmente porque es conocido que les encanta “coleccionar” amiguitos. Personalmente no soy pieza de ninguna colección, y espero que ustedes tampoco aspiren a serlo. 

Son sólo algunas ideas que ahora tengo más en cuenta que nunca, y si más personas las tuvieran, sé que no nos quejaríamos de lo mal que nos va, o de que nada parece funcionar con los hombres. He concluido que es mejor tener pocas citas que resulten positivas, a muchas citas que resulten decepcionantes o en una mala impresión que corra por toda la ciudad y que arruine las intenciones de cualquier incauto gay de la ciudad.

lunes, 28 de mayo de 2012

INJUSTICIAS CONSTITUCIONALES HACIA LA POBLACIÓN LGBT COLOMBIANA


Me pronuncio ante el caso de Chandler Burr, como gay, colombiano, a favor de la adopción por parte de parejas de homosexuales y lesbianas o personas solteras, debido a la incoherencia de la Corte Constitucional en negarse a garantizar ese derecho a dos mamás lesbianas que son pareja y son colombianas, mientras que si le garantiza el derecho a un hombre gay soltero, extranjero de origen estadounidense.


Por lo tanto: RECHAZO tajantemente la idea de que el caso Burr sea el precedente de la adopción por parejas del mismo sexo en Colombia, y me niego a pensar que él sea el referente principal en la materia. Si bien los argumentos jurídicos para todos los casos demuestran que la adopción por parejas del mismo sexo es totalmente posible, el hecho de que la Corte Constitucional se haya pronunciado a favor de un caso y en contra de otro demuestra claramente que por fuera del papel y las garantías jurídicas constitucionales, lo que entra a pesar a la hora de la favorabilidad o no en un caso de tanta importancia como lo es la adopción por parejas homosexuales, es la influencia individual que cada caso pueda tener.

Mientras las influencias personales de la profesión del señor Burr lograron que su caso sonara a nivel internacional en los medios de comunicación más importantes y que esto incidiera en la resolución exitosa de su situación parental, el caso de dos mujeres lesbianas que llevan tres años luchando por la validez legal de la adopción, apenas suena en las esferas colombianas de los grupos organizados por la defensa de los derechos de las personas LGBT.

Hago un llamado a todos los teóricos de la homosexualidad, a los defensores de la población LGBT, a que despierten, a que por querer ver un mejor panorama para nosotros, hagan o pretendan hacer de casos ajenos un precedente de algo que para una pareja de mujeres lesbianas y colombianas aún no es una realidad. Seguramente para muchas más parejas del territorio colombiano tampoco lo es.

Se está descuidando lo que con todo su poder e influencia podrían hacer por ellas y ellos. Me parece una total injusticia hacia la ciudadanía de estas mujeres que públicamente han emprendido la lucha y han sido ignoradas, mientras que a un gringo, hasta la clase política le hizo la venia.

sábado, 5 de mayo de 2012

EL SILENCIO DE LAS MUJERES.


Parece que no es suficiente que las mujeres de este país sean víctimas de la cultura machista que las rechaza para realizar ciertos trabajos, que les toque comer menos por darle la porción más grande a los hombres que viven con ella, que las manoseen en la calle, en el bus, que les griten en la calle, que se les acerquen a fastidiarla, que las critiquen por cómo se visten, que las violen desde pequeñas hasta ser mujeres adultas, que no puedan decidir sobre sus vidas y sus cuerpos, que las consideren botín de guerra, que las exploten laboralmente, sexualmente, emocionalmente, que tengan que soportar la violencia de sus compañeros, los insultos de sus hijos. 

Ahora también tienen que aguantar ser víctimas de los hombres gays que las usan como pantalla para tapar los complejos y la identidad irresuelta de tantos hombres mayores mas no maduros que por ideas del siglo pasado que atormentan sus mentes y no los dejan ser, utilizan a mujeres como una especie de comodín social mientras se la pasan buscando ansiosamente hombres con quienes acostarse mientras su esposa está trabajando, viajando, o mientras ellos inventan viajes de trabajo, reuniones importantes u otras excusas rebuscadas para hacer lo que muchos hombres gays viven sin tanto misterio, más naturalidad pero sobre todo con más valentía.

No me hablen de lo que pasa en oriente, que ya estoy harto de las excusas patéticas para justificar el uso de mujeres para tapar sus verdaderos deseos sexuales. Tampoco me hablen de la cultura machista, de la religión, del gobierno, de la homofobia, de la imagen que tienen otros de los gays.

Ya estoy harto de ver a tantos gays dándole concesiones y mayor importancia a todo lo que está en contra de ellos en vez de aliarse con quienes luchan porque cada día los gays puedan hacer con más libertad lo que ustedes tanto practican sin tanto pensar en lo que otros dirían: sexo en baños públicos en posiciones incómodas.

Si pueden hacer eso, aún en el closet, no entiendo por qué no pueden hacer el resto y peor aún, que para hacerlo tengan qué meter a una mujer en la ecuación, porque aunque no quieran aceptarlo, ella sigue existiendo en sus vidas, por más de que su misoginia, la fobia por la vagina y desesperación sexual hagan que la ignoren por completo.

Ustedes son quienes por lo general se quejan desde el anonimato de la mala imagen que un tipo gay da hacia la comunidad heterosexual, son quienes se les baja la presión cuando ven los desfiles del orgullo porque no son lo que ustedes creen que deberían ser y les fastidia que las cosas no son como ustedes quieren. Resulta, que los otros gays que tanto les fastidian están ejerciendo dos de tantos derechos constitucionales en Colombia; el del derecho a la protesta y el del libre desarrollo de la personalidad.

¿Les sabe a cacho esa frasecita? Pues a muchos de nosotros nos sabe a cacho escuchar mujeres que se suponían nuestras aliadas en la lucha por una sociedad más equitativa y justa, que están cansadas de descubrir que los tipos con los que se metieron resultaron gays, que se sienten engañadas y odian a los hombres por las mentiras de un tipo sin personalidad para asumir su orientación sexual, que se sienten desoladas al verse con sus hijos y abandonadas por un tipo que a sus 40’s se le despertó el gay interior y la dejó por irse de aventura con su amante de veinti-tantos.

Estas mujeres se callan muchas veces porque simplemente no saben qué hacer ni cómo afrontar esa situación. Aunque estas mismas mujeres ya están escribiendo en revistas “Cómo descubrir que tu marido es gay” ¿Y ustedes siguen creyendo que sus aventuras solapadas siguen pasando desapercibidas o no maltratan a las mujeres? Sin embargo sus artículos no pasan de la vergüenza que expresan al verse envueltas en semejante decepción, lo que hace darme cuenta que ciertas mujeres siguen resignándose en silencio a avanzar, sin reclamar, sin quejarse de lo que les molesta, porque en un mundo de hombres, a una mujer la ridiculizan, la consideran tonta por no tener radar para distinguir entre un gay o un hetero y la terminan invalidando.

Piensen de nuevo quienes están causando más daño a la imagen que tienen los heterosexuales de los hombres gay. ¿Será que les importa más lo que digan los hombres heterosexuales porque son con quienes fantasean conquistar algún día, que les importa poco lo que una mujer heterosexual pueda pensar, decir o hacer en contra de los gays?

Pensemos también si nos gustaría que alguna de nuestras hermanas, primas, amigas, fueran usadas como títere para aparentar frente a otros, solo por la tan anhelada aprobación social que muchos gays no han podido encontrar dentro de sí mismos. No creo que seamos tan insensibles como para decir que no nos importaría.

A estos hombres gay de closet, casados, y a veces con hijos, les digo que no tienen ni idea de cuanto más daño hacen a la imagen de los gay que aquellos afeminados o masculinos que ondean banderas de orgullo a mitad de año mundialmente. No me interesa en absoluto que algunos gays se pongan en mi contra por lo que digo, o que minimicen con argumentos el problema, pero ya es hora de que las mujeres rompan el silencio y les hagan ver que en el camino del autodescubrimiento, las mujeres pantalla no son necesarias, lo que se necesita es tener los pantalones bien puestos, ser hombre y afrontar la vida de frente, si tan machos se consideran.

Considero que es tiempo de pedir disculpas a todas esa mujeres afectadas en el camino, ya no podemos seguir tapando el sol con un dedo, ya por muchas otras razones son víctimas de los hombres, como para que nosotros vengamos y les sigamos complicando sus vidas, cuando el enredo es nuestro…de nadie más.

DECLARACIÓN A LOS COBARDES.


Anoche tuve una pesadilla, con un actor estelar: D.B, el ex del año 2005. Lo que me sorprendió fue la claridad de la misma, porque rara vez sueño con él (dormido), y cuando sucede, son sueños horribles. Una vez fue viéndolo a él en una casa inmensa, como si fuera un club, había mucha gente y una piscina en la terraza, y lo veía nadando con una mujer, feliz. Nada más mortificante que ver al ex feliz, con otro, u otra, especialmente en sueños, porque pasan en nuestra cabeza, en las noches, sin tener control de lo que soñamos a esa hora.

Esta vez, en el sueño los dos estábamos juntos, pero empezaba con él rogándome que volviéramos. Curioso porque todo lo que vivimos pasó hace tantos años, y que siga teniendo pesadillas con él de ese estilo no me agrada, pensar en ver a un psicólogo para que me explique lo que pasa no es para nada agradable, ¡los detesto! En la vida real él tiene la voz gruesa, pero en el sueño su voz era más suave, amigable por decirlo de una manera, no como en la vida real; gruesa…e indiferente.

Me veía en una casa de campo, pero como si fuera de décadas atrás, construida en madera desnuda, gruesa y de marrón oscuro, lo veía en la puerta, invitándome a salir, no recuerdo a donde. Luego me veía en el sueño besándome con él, rosando su cuerpo con el mío, como antes cuando éramos novios. En el sueño me trasportaba a lo que tuve en el pasado, esos meses donde todo era agradable, donde me sentía genuinamente amado, deseado. 
Pero cuando me desperté, me sentía traicionado por mi subconsciente, porque era como si no quisiera enterarse de lo que el consciente ya sabe, y es que esa persona me cambió por sus creencias religiosas.

Y es por esa historia que por fin, después de mucho tiempo, quiero poner los puntos sobre las íes a todos aquellos hombres que alguna vez estuvieron en nuestras vidas y no tuvieron en valor de afrontar la vida real al lado de uno, y que terminan escogiendo un camino más fácil. Este es un mensaje que dirijo en nombre de todos aquellos hombres que fueron cambiados por una religión, por los intereses familiares, por una mujer, o por el simple qué dirán. Esta es mi declaración a los cobardes.

Cuando nos cambian por otro, la idea es comprensible comparado a cuando nos cambian por un amigo imaginario. Solo siento impotencia y frustración por no poder darle una cachetada a esa entidad amorfa que una vez me quitó al primer hombre que amé de verdad. 
Años después, decidí que no me podía quedar solo con la explicación mítica de lo que pasó. Lo que entendí hace cuatro años me dejó claro que fuera un dios, fuera el dinero, fuera mi inmadurez, fuera lo que fuera, él nunca, nunca...intentó mejorar la situación entre los dos. 
Recuerdo muy bien que dijo “no puedo hacer nada”, cuando le dije que ya no podía seguir con él por como estaba nuestra situación sentimental. 

En ese entonces, no entendía la estrategia detrás de pronunciar esas palabras, llegaría a entenderlo por un capítulo de sex and the city, aun cuando muchos se burlen al decir esto. Esas palabras que son más vacías que el mismo silencio son las que usan los cobardes para terminar sin decir algo que pueda herir al otro, pero que al final suenan peor, por la indiferencia con la que son pronunciadas. 

A todos aquellos cobardes que han pronunciado esas palabras, les informo, que ya sabemos lo que significa, y que a estas alturas de nuestras vidas nos afecta tan poco como a ustedes. Así como con esas palabras ustedes avanzan al siguiente capítulo de sus vidas, nosotros también, aunque por no tener el corazón frío nos cueste un poco más de tiempo.

Entre los distintos tipos de cobardes, se encuentra por supuesto el tipo ambiguo, mejor dicho, el bisexual, pero no cualquier bisexual, sino el peor de todos; aquel que usa al hombre para el placer privado, y usa a una mujer para la aprobación pública, a la que a duras penas la toca en la intimidad, o mientras la penetra (analmente claro está) le toca pensar en un hombre para que no pierda la erección y la otra ilusa no se dé cuenta que al otro le gustan los hombres. 
A este cobarde, le informo, que todos sabemos quién es usted, excepto usted mismo, que se empecina en creer que los auténticos heterosexuales que lo rodean no son capaces de reconocer falacias cuando las ven.

A los queridos gays que se relacionan con este tipo de hombre, les sugiero que recapaciten, dejen de creer que todos los hombres que tocan se convertirán mágicamente en el hombre de sus vidas,  y dejen de creer que la conquista de un heterosexual es el fin último en la vida de un gay. La orientación sexual ajena se respeta, así como a ustedes no les gustaría que los convirtieran en heterosexuales. Cuesta mucho más conquistar a un tipo gay que es el paquete completo, al simple hecho de emborrachar, drogar, pagarle o rogarle a un heterosexual que se la deje mamar.

Ustedes nunca saldrán de la oscuridad, y nunca ocuparán el primer lugar en la vida de un hombre de ese estilo, aunque es totalmente respetable aquel hombre gay que por sus bajos estándares y alto conformismo, se contente con ser el segundón. Además, queridos gays, ustedes saben que la realidad dista mucho de la pornografía que ven. 
El “heterosexual” con el que se están acostando es más esa vaca muerta que se echa en la cama a que todo se lo hagan, hasta que se vienen y los dejan a ustedes insatisfechos con un orgasmo incompleto. Creo que ustedes pueden tener algo mejor que eso.

Otro tipo de cobarde, es el que por cuestiones familiares decide que uno no es suficiente, porque su familia no lo aprueba, porque no tiene el mismo estatus, o no es lo que creen que debería ser la persona que ellos merecen. 
Esta situación de las diferencias sociales es un fenómeno silencioso entre los gay. Si no eres “tanto” como el otro cree merecer, ese hombre nunca hará lo que por otro moriría hasta conseguirlo. ¡Despierten! todos los hombres gay tienen un interés, algunos lo tienen muy claro, que si no eres lo que ellos buscan, no importa cuánto te esfuerces, nunca serás suficiente. Y tengan cuidado, porque pueden terminar creyéndose el cuento e ignorar a quien si lo daría todo por ustedes.

El caso de aquel cobarde que me cambió por su religión, puede ser resumido de la siguiente forma. Cuando me involucré con él, sabía que había pertenecido a una secta religiosa. 
Lo que no supe sino hasta el final, por otros, fue que él desde muy temprana edad pertenecía a una familia religiosa, con una tradición muy arraigada, que haría imposible que un niño sin nada especial pudiera dar la batalla contra el amigo imaginario y una religión conocida por su lavado cerebral tan efectivo. 
Todo terminó en el caso típico, al cobarde se le despertó el espíritu santo y yo terminé reducido a un paria que sería olvidado e ignorado hasta el día de hoy. Seguramente aquel cobarde terminará casado, y con hijos. Repetirá seguramente la historia de tantos gays anónimos, que a sus cuarenta y cincuenta años le tocará conformarse con aventuras pasajeras con hombres que se conforman con ser el objeto de la satisfacción de un ser con represiones sexuales.

Entre otros cobardes, se encuentran los que tienen miedo de ser apedreados por coger de la mano a otro por la calle, o los que tienen miedo de que otros los chiflen si expresan su afecto besándose con otro hombre. Estos cobardes no saben dónde viven: en un país doble moralista donde la gente corriente solo es valiente en grupito, donde sus insultos monótonos ya no afectan ni al más recién salido del closet, y donde ya muchos heterosexuales no tienen los complejos que muchos gays se empeñan en mantener. 

No soy ignorante de que a los gays nos siguen matando, nos siguen acosando, nos siguen persiguiendo, y nos siguen reprobando. Pero eso solo existe por persistir en la costumbre de que las mayorías tienen la razón, de que las minorías deben guardar silencio y de que las mismas nunca pueden cambiar el mundo. Si quieren un mundo avanzado para “ser” con libertad, den un paso adelante primero, y el mundo avanzará con ustedes, cuando se decidan.

Otros cobardes son aquellos que nunca le expresaron a otro cuanto lo querían, cuanto lo deseaban. Y pueden haber miles de razones, cada uno de ustedes tendrá alguna para justificar el por qué desistieron de declarársele a alguien. Yo lo hice hace muchos años, y me costó no solo el rechazo del otro, sino la salida del closet por un error mío (tal vez lo contaré en un futuro), pero al menos lo intenté y aprendí una lección muy importante: Y es que no podemos estar con quienes no nos quieren, debemos estar con quienes sí.

No podemos seguir dándole más prioridad a las opiniones negativas de quienes no saben qué es lo mejor para cada una de nuestras vidas. No podemos seguir dándole prioridad a las amistades egoístas que no soportan la idea de vernos felices con otras personas que no sean ellos, yo lo aprendí en su momento con alguien que fue un gran amigo, y tal vez ustedes también ya aprendieron esa lección, pero otros no y ya es hora de que lo sepan.

Pero más que nada, no podemos seguir aplazando la oportunidad de ser quienes queremos ser. Mi declaración a todos aquellos cobardes, es que aunque les moleste todo lo que les digo, un día decidan dejar tantas fobias y complejos que otros abandonaron hace mucho tiempo y recuerden quienes fuimos los que los hicieron sentir lo que otros jamás podrán.

Reflexionando un poco en aquellos sueños que tuve, entiendo que es mi forma subconsciente de visitar el pasado con aquel personaje, sueños que a veces recrean mis peores miedos en las relaciones o que recrean lo que pude haber hecho si aquel cobarde me hubiera dado la oportunidad de hacer las cosas de forma distinta. No fue posible con él, pero seguramente será posible con alguien más…alguien que no tenga miedo de tomarme de la mano, de darme un beso, de decirme cuanto me quiere y demostrármelo, y de paso…al resto del mundo.